En este sin cesar de cambios o manipulaciones que estamos continuamente padeciendo, no se puede librar el ejercito Español una de las instituciones mas valoradas por el pueblo Español, se les esta privando desde ya varias legislaturas de una autonomia propia en su servicio a la patria, y de manera cada vez mas pretenciosa se nombran mandos politicos para dirigir a este honroso cuerpo que los estan defenestrando y quitándoles su carácter castrense, desmotivandolos y exigiendoles actividades que nada tienen que ver con su formacion, hay mandos militares que han optado por irse medio derrotados medio avergonzados ante las continuas afrentas recibidas por los politicos, que nombran cada vez mas incompetentes al frente de la institucion, vease los ultimos ministros de defensa ¿ se acuerdan que Carmen Chacon utilizaba a un oficial del ejercito para llevarle el bolso? pues asi estamos, he estado leyendo un mas que buen articulo en alerta digital titulado soldados del amor, que nos recuerda como esta el ejercito en España y dice asi:
Cuanto más lo observo, entre el asombro y la incredulidad, más me convenzo de que el Ejército Español es en realidad el ejército de Gila: un chiste, una burla, una parodia, una caricatura. Ese es el resultado del trabajo de demolición de la casta gobernante, incapaz de no estropear nada de lo que toca. Al racial y viril “¡Santiago y cierra, España!” con el que nuestros esforzados antepasados entraban en combate contra los enemigos de su Patria y su Dios, el señor Bono (el Martin Luther King de Castilla-La Mancha) prefería el suicida y asexuado: “Antes morir que matar” (léase: “Antes muerto que sencillo”). En esa misma línea, y para ser coherente con ese acendrado pacifismo de insuperable nivel, hubiera debido hacer grabar en piedra a la entrada de los cuarteles la inmortales palabras de John Lennon: “Give peace a chance”. Eso en lugar del sabio y recio “Si vis pacem para bellum” que debiera figurar en grandes letras talladas en granito en todas las dependencias militares. Del “Todo por la Patria” al “Todo por la Paz”. Si señor.
El señor Bono, se empeñó durante su paso por el ministerio de Defensa en convertir al Ejército Español en una ONG con uniforme, galones y banda de música. Y a fe mía que casi lo logró. Lo extraño es que no le pusieran una denuncia por plagio, porque su modelo ideal de ejército ya estaba inventado desde hace tiempo y se llama Ejército de Salvación. Pero si su preferencia iba más bien por el movimiento pionero cristiano (recordemos que se trata de un meapilas de misa diaria, o por lo menos de eso presume), también se le adelantaron. Sorprende que nadie le haya reclamado derechos de autor en beneficio de los herederos de Baden-Powell, el creador del movimiento boy scout internacional.
Su sucesora en el cargo, una señorita embarazada (en el momento de asumir el ministerio) con la boca más llena de dientes que la caja craneal de materia gris, siguió en esa línea con voluntad de superar a su predecesor. Su oportuna y sonada ausencia de España en los días de la última visita papal nos privó de la impagable oportunidad de verla reclamar al Santo Padre que le hiciera poner un corcho en la punta de las alabardas de la Guardia Suiza vaticana en señal de renuncia a la violencia y como símbolo de condena a la guerra. De esta tropa se puede esperar eso y más. No tienen más que abrir la boca y articular palabras.
El país se ha convertido en un capítulo permanente de South Park, y nuestros gobernantes en unas réplicas de carne y hueso de los grotescos monigotes de la desopilante serie animada. La señora Carme Chacón (pronunciar Karma) venía pisando fuerte, y tenía ideas para el Ejército del Amor. Durante su mandato tomó medidas para reformar íntegramente las Fuerzas Armadas y hacer de ellas lo que deben ser en esta Nueva España que ha de enterrar definitivamente esa otra ya caduca, casposa, rancia, llamada España Eterna.
El relevo en la dirección del país no parece que vaya a cambiar gran cosa a la deriva que lleva el asunto. Los complejos de la derecha y la sumisión mental de esta a los “valores” de la izquierda los llevan a intentar superar en progresismo y modernez a sus adversarios y competidores en este campeonato de desguace de España. En ese nuevo concepto de Fuerzas Armadas hasta el mismo nombre habrá de ser otro: tal vez Fuerzas del Cariño y la Amistad o Fuerzas del Sentimiento y la Solidaridad ¿por qué no? En las academias militares se reemplazarán las enseñanzas teóricas sobre el arte de la guerra (expresión obscena para un alma delicada y sobre todo progresista) de Clausewitz por conferencias sobre la vida y obra de la Madre Teresa de Calcuta.
Se aparcará el estudio de las campañas napoleónicas, las guerras púnicas y las batallas de Stalingrado y El Alamein por unas charlas a cargo del Dalaí-Lama y el obispo Desdmond Tutu sobre cómo conseguir un mundo nuevo y justo sin violencia ni odio. Alejandro Magno y Rommel, Julio César y Patton serán repudiados solemnemente por nuestro Estado Mayor en pleno y se elevará una estatua al Mahatma Gandhi (en actitud de desayunarse con un vaso de su propia orina) a la entrada de la División Acorazada Brunete (que reemplazará en breve sus tanques por carrozas de la Gay Parade, para demostrar una justa adecuación a los tiempos que corren y el respeto debido a la sociedad diversa).
Se formará a los futuros oficiales del Nuevo Ejército en la ciencia de cavar letrinas en cualquier tipo de terreno y bajo cualquier clima (y en enseñar a los nativos el uso del papel higiénico con ejemplos prácticos).
Aprenderán a repartir mantas y leche en polvo, pañales y agua mineral, a organizar equipos de fútbol de diferentes étnias en países en guerra, serán adiestrados como aduaneros, sanitarios y policías de tránsito, se les enseñará a hacer campamentos de refugiados con cocina y duchas en menos de 48 horas (a la manera de los legionarios romanos que levantaban cada noche un campamento con empalizadas, fosos, tiendas, etc… para cobijar toda la tropa cuando estaban en campaña).
Los integrantes de las Fuerzas Especiales, tradicionalmente entrenados en agresivas técnicas de combate y en montar y desmontar cualquier clase de armas letales con los ojos vendados y bajo fuego hostil, ahora aprenderán a reconocer todo tipo de pústulas, úlceras, abscesos y costras de todo género y tamaño con solo olerlas, y además identificar con el tacto de las fundas peneanas de los papués de Nueva Guinea la pertenencia y la jerarquía tribal de sus portadores.
En ese sistema, todas las mañanas, al izar en los cuarteles la bandera (no la rojigualda, sino una cualquiera, la de Honduras, qué más da), de mil pechos (con o sin sostén) se elevará un vibrante himno de amor: “Soldados sin batallar, los dos manteniendo guardia, tú y yo protegiéndonos, los dos soldados del amor… antes de salir a los cuatro puntos cardinales del mundo mundial a repartir galletas energéticas a todos los pordioseros del planeta: el apoteosis de la solidaridad.
Dentro de poco, si las fuerzas ocultas que rigen este mundo no lo remedia, veremos a los Legionarios desfilar, no ya detrás de una rústica cabra o un montuno jabalí, sino detrás de un caniche marilín con un lacito fucsia al cuello. Espero no llegar a vivir esa pesadilla.
Cuanto más lo observo, entre el asombro y la incredulidad, más me convenzo de que el Ejército Español es en realidad el ejército de Gila: un chiste, una burla, una parodia, una caricatura. Ese es el resultado del trabajo de demolición de la casta gobernante, incapaz de no estropear nada de lo que toca. Al racial y viril “¡Santiago y cierra, España!” con el que nuestros esforzados antepasados entraban en combate contra los enemigos de su Patria y su Dios, el señor Bono (el Martin Luther King de Castilla-La Mancha) prefería el suicida y asexuado: “Antes morir que matar” (léase: “Antes muerto que sencillo”). En esa misma línea, y para ser coherente con ese acendrado pacifismo de insuperable nivel, hubiera debido hacer grabar en piedra a la entrada de los cuarteles la inmortales palabras de John Lennon: “Give peace a chance”. Eso en lugar del sabio y recio “Si vis pacem para bellum” que debiera figurar en grandes letras talladas en granito en todas las dependencias militares. Del “Todo por la Patria” al “Todo por la Paz”. Si señor.
El señor Bono, se empeñó durante su paso por el ministerio de Defensa en convertir al Ejército Español en una ONG con uniforme, galones y banda de música. Y a fe mía que casi lo logró. Lo extraño es que no le pusieran una denuncia por plagio, porque su modelo ideal de ejército ya estaba inventado desde hace tiempo y se llama Ejército de Salvación. Pero si su preferencia iba más bien por el movimiento pionero cristiano (recordemos que se trata de un meapilas de misa diaria, o por lo menos de eso presume), también se le adelantaron. Sorprende que nadie le haya reclamado derechos de autor en beneficio de los herederos de Baden-Powell, el creador del movimiento boy scout internacional.
Su sucesora en el cargo, una señorita embarazada (en el momento de asumir el ministerio) con la boca más llena de dientes que la caja craneal de materia gris, siguió en esa línea con voluntad de superar a su predecesor. Su oportuna y sonada ausencia de España en los días de la última visita papal nos privó de la impagable oportunidad de verla reclamar al Santo Padre que le hiciera poner un corcho en la punta de las alabardas de la Guardia Suiza vaticana en señal de renuncia a la violencia y como símbolo de condena a la guerra. De esta tropa se puede esperar eso y más. No tienen más que abrir la boca y articular palabras.
El país se ha convertido en un capítulo permanente de South Park, y nuestros gobernantes en unas réplicas de carne y hueso de los grotescos monigotes de la desopilante serie animada. La señora Carme Chacón (pronunciar Karma) venía pisando fuerte, y tenía ideas para el Ejército del Amor. Durante su mandato tomó medidas para reformar íntegramente las Fuerzas Armadas y hacer de ellas lo que deben ser en esta Nueva España que ha de enterrar definitivamente esa otra ya caduca, casposa, rancia, llamada España Eterna.
El relevo en la dirección del país no parece que vaya a cambiar gran cosa a la deriva que lleva el asunto. Los complejos de la derecha y la sumisión mental de esta a los “valores” de la izquierda los llevan a intentar superar en progresismo y modernez a sus adversarios y competidores en este campeonato de desguace de España. En ese nuevo concepto de Fuerzas Armadas hasta el mismo nombre habrá de ser otro: tal vez Fuerzas del Cariño y la Amistad o Fuerzas del Sentimiento y la Solidaridad ¿por qué no? En las academias militares se reemplazarán las enseñanzas teóricas sobre el arte de la guerra (expresión obscena para un alma delicada y sobre todo progresista) de Clausewitz por conferencias sobre la vida y obra de la Madre Teresa de Calcuta.
Se aparcará el estudio de las campañas napoleónicas, las guerras púnicas y las batallas de Stalingrado y El Alamein por unas charlas a cargo del Dalaí-Lama y el obispo Desdmond Tutu sobre cómo conseguir un mundo nuevo y justo sin violencia ni odio. Alejandro Magno y Rommel, Julio César y Patton serán repudiados solemnemente por nuestro Estado Mayor en pleno y se elevará una estatua al Mahatma Gandhi (en actitud de desayunarse con un vaso de su propia orina) a la entrada de la División Acorazada Brunete (que reemplazará en breve sus tanques por carrozas de la Gay Parade, para demostrar una justa adecuación a los tiempos que corren y el respeto debido a la sociedad diversa).
Se formará a los futuros oficiales del Nuevo Ejército en la ciencia de cavar letrinas en cualquier tipo de terreno y bajo cualquier clima (y en enseñar a los nativos el uso del papel higiénico con ejemplos prácticos).
Aprenderán a repartir mantas y leche en polvo, pañales y agua mineral, a organizar equipos de fútbol de diferentes étnias en países en guerra, serán adiestrados como aduaneros, sanitarios y policías de tránsito, se les enseñará a hacer campamentos de refugiados con cocina y duchas en menos de 48 horas (a la manera de los legionarios romanos que levantaban cada noche un campamento con empalizadas, fosos, tiendas, etc… para cobijar toda la tropa cuando estaban en campaña).
Los integrantes de las Fuerzas Especiales, tradicionalmente entrenados en agresivas técnicas de combate y en montar y desmontar cualquier clase de armas letales con los ojos vendados y bajo fuego hostil, ahora aprenderán a reconocer todo tipo de pústulas, úlceras, abscesos y costras de todo género y tamaño con solo olerlas, y además identificar con el tacto de las fundas peneanas de los papués de Nueva Guinea la pertenencia y la jerarquía tribal de sus portadores.
En ese sistema, todas las mañanas, al izar en los cuarteles la bandera (no la rojigualda, sino una cualquiera, la de Honduras, qué más da), de mil pechos (con o sin sostén) se elevará un vibrante himno de amor: “Soldados sin batallar, los dos manteniendo guardia, tú y yo protegiéndonos, los dos soldados del amor… antes de salir a los cuatro puntos cardinales del mundo mundial a repartir galletas energéticas a todos los pordioseros del planeta: el apoteosis de la solidaridad.
Dentro de poco, si las fuerzas ocultas que rigen este mundo no lo remedia, veremos a los Legionarios desfilar, no ya detrás de una rústica cabra o un montuno jabalí, sino detrás de un caniche marilín con un lacito fucsia al cuello. Espero no llegar a vivir esa pesadilla.
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