jueves, 10 de noviembre de 2011

La telefonía movil ataca silenciosamente.

En los últimos años estamos asistiendo al tremendo boom de la telefonía móvil, sumidos en la ambivalencia de algo que empezó resultando raro, extraño y caro, para convertirse en algo cotidiano e incluso imprescindible para tantos millones de usuarios. La telefonía móvil nos fascina dia a dia con las ilimitadas posibilidades de comunicacion que permite, pero para desgracia de muchos consumidores y de la poblacion en general la tecnologia que permite el funcionamiento de este sistema, basadas en emisiones electromagnéticas en las bandas de las microondas, no resulta del todo inocuas y por lo que se reflejan de las múltiples investigaciones llevadas a cabo, una exposición prolongada a tales radiaciones llega a crear serios trastornos cerebrales, cataratas, alzheimer, perdida de memoria,  insomnio, fuertes dolores de cabeza.
Por otra parte, los efectos neurofisiológicos a corto plazo son: incremento del estrés; alteración de ondas cerebrales y otros biorritmos, pérdidas de memoria, mente en blanco; dolor de cabeza persistente, insomnio y trastornos del sueño, ruidos y zumbidos de oídos, mareos y vértigo, palpitaciones y alteraciones del ritmo cardíaco. Asimismo subida de presión sanguínea, calentamiento de los tejidos cercanos al oído y a la córnea del ojo, con aumento del riesgo de sufrir cataratas; eritemas en las zonas de piel expuestas de modo directo a las radiaciones, además de toda una serie de malestares difíciles de definir, que la medicina califica como distonías neurovegetativas, el nuevo Síndrome de las microondas. Todas las personas son sensibles a las microondas, pero existe una población de alto riesgo que presenta un peligro estadístico mucho mayor, como: las embarazadas, los bebés y los niños. El riesgo también se incrementa en enfermos, ancianos.Y  más aún, en las personas ultrasensibles un claro ejemplo es la historia de dos francesas que viven recluidas por estos efectos tan perniciosos en su salud.
 Cautain Anne, de 55 años, y Bernadette Touloumond, de sesenta, se han visto abocadas a pasar su tercer invierno bajo los rigores de la vida en una cueva en los Alpes. ¿El motivo? Una rara afección producida por las ondas electromagnéticas de teléfonos móviles e Internet. Las dos mujeres son hipersensibles a la radiación electromagnética causada por las ondas de la comunicación inalámbrica. Una circunstancia que les provocaba «dolores insoportables» y, ante lo cual, cualquier estrategia valía para protegerse de la radiofrecuencia: dormir en el maletero de un coche, en el sótano de un restaurante, aparcamientos subterráneos y la campiña Borgoña servían de refugio por unas horas.
Ambas llevan ahora una vida propia de ermitaños, refugiadas cerca de Saint-Julien-en-Beauchêne, en la región de Haute-Alpes. El interior de la gruta ha sido acondicionado con dos camas, una mesa, un armario y contenedores de plástico para la ropa. Se alumbran sólo con velas y carecen de calefacción y electricidad.
«Este será mi tercer invierno aquí y créeme que yo preferiría estar en casa, sentada delante de la chimenea», dijo Cautain. Antes vivía en una casa de campo, pero después de la instalación de antenas de telefonía móvil tuvo que mudarse. Ahora abandera junto a su hija Laure una campaña para la creación de las llamadas «zonas blancas» o áreas libres de la contaminación electromagnética, según recoge el canal de noticias galo «RTBF».
Una dolencia pareja al desarrollo tecnológico
Sólo en Francia, una docena de personas padece esta forma extrema de sensibilidad, aunque alrededor de un 3 por ciento de la población gala es propensa a las formas más leves de esta dolencia.
«No hay pruebas de un vínculo causal entre la exposición a frecuencias de radio y de hipersensibilidad», asegura la Agencia Francesa para la Alimentación, Salud Ambiental y Ocupacional y Seguridad (ANSES) en un informe de 2009. Fuentes médicas aseguran que ambas mujeres podrían ser tratadas con antihistamínicos que harían remitir los efectos.
«Cuando llegué a esta cueva me pregunté qué había hecho yo para terminar aquí, no lo podía creer. He perdido un montón de amigos y a mi familia le resulta difícil de entender», dijo Touloumond, ex azafata. Cautin, que se siente como «un animal cazado», trabajaba como directora técnica de la Universidad de Niza.  A pesar de todo esto, a falta de una normativa en España y con la evidencia científica de que el sistema de telefonía móvil puede tener repercusiones negativas para la salud y medioambiente si no se toman las necesarias precauciones, son muchas las voces que se alzan solicitando una regulación legislativa. Muchos municipios han solicitado a la Asociación de Estudios Geobiológicos (GEA), la realización de un mapa de radiación de microondas o solicitando asesoría técnica para la elaboración de ordenanzas que limiten la proliferación de las antenas repetidoras. En algunos países europeos, conscientes del peligro del uso prolongado y habitual de los teléfonos móviles, han llegado a regular, en el entorno laboral, el uso de estos aparatos, evitando, reduciendo o regulando la duración y las formas de su utilización.

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