Un soldado herido en Afganistán. Eso es básicamente todo lo que llega a la opinión pública de lo que sucedió el pasado 7 de marzo en las inmediaciones de la base avanzada Bernardo de Gálvez II, en Ludina, Afganistán. Eso y que las tropas combatieron. El soldado Iván Castro, de 23 años, fue alcanzado en el cuello por una certera bala talibán. Los combatientes estaban a escasos 300 metros y el fuego era intenso.
¿Se acuerdan cuando nuestros politicos juraban y decian que nuestros soldados habian ido en mision de paz? que no habia de que preocuparse, pues nuestros soldados estaban a muchos kilometros de la primera linea de fuego. Se pasaron tres horas en el Congreso defendiendo la chorrada. Zapatero y Chacón. Que no, que nuestras tropas no fueron enviadas a la guerra de Afganistán porque en Afganistán no había guerra por ninguna parte. Que a lo sumo, un conflicto bélico.
Y Llamazares asentía desde su escaño, porque su finura semántica coincidía con la de sus primos hermanos del Gobierno socialista. Una cosa es una guerra y otra muy diferente un conflicto bélico, faltaría más. Es decir, que una cosa es fornicar y otra muy distinta, proceder a la fornicación. En el lenguaje buenista la voz guerra está prohibida, y ha sido sustituida por esa figura estúpida del conflicto bélico, que es una manera de gastar más saliva para pronunciar guerra.
Ahora en plena guerra se revelan seis historias de heroísmo desconocidas hasta hoy.
La primera, la del propio soldado Iván Castro. El disparo le alcanzó en los primeros segundos del combate. Cuando su jefe de pelotón acude en su auxilio, el legionario le pide que le deje solo y acuda de nuevo a su puesto. Su jefe de sección le pide que esté tranquilo, que pronto se iría a España a ver nacer a su hija. La respuesta del soldado fue clara: eso no le importaba, quería seguir allí, en su puesto.
El que acude a ayudarle inmediatamente es su jefe de pelotón, el sargento José Moreno Ramos. Tras comprobar que sus hombres responden al fuego enemigo, abandona su pozo entre disparos de los talibanes y corre hasta el soldado, que se encontraba a 40 metros de distancia, procedio a atender las heridas a uno de sus hombres, cortando una abundante hemorragia bajo fuego enemigo, eso fue determinante para salvarle la vida.
El tercer caso destacado es el del cabo primero José Manuel Gómez Santana, jefe del equipo de tiradores de la compañía. El solo suprimió los orígenes de fuego enemigos con su fusil de precisión, designó objetivos al jefe de la sección, corrigió el fuego de los morteros y atendió a su observador cuando quedó cegado por la tierra levantada por el fogonazo del fusil.
El cabo primero José Miguel Gómez Ortega abatió dos objetivos con fuego de mortero, exponiéndose al fuego enemigo para ser más eficaz en sus disparos. Saltó de su posición, avanzando al descubierto para ocupar una mejor posición de tiro con el mortero.
El último recocimiento se hace extensivo a toda la III sección de la Task Force 1ª de la Legión es para el jefe de todos ellos, el teniente Ramón Prieto, que reaccionó de forma ejemplar, dirigiendo el fuego de sus pelotones, distribuyendo los fuegos propios y siempre manteniendo la calma mientras coordinaba la evacuación del herido y realizaba el repliegue de forma ordenada y coordinada.
Este tipo de combates se repiten en Afganistán con más frecuencia de la que se conoce. Estas historias, que han merecido el reconocimiento de sus mandos, son para ellos la demostración más palpable de que el Ejército tiene unos hombres excepcionales. Y una prueba evidente de que nuestros soldados estan en guerra
Las Fuerzas Armadas se mantienen en el más alto nivel de efectividad con un presupuesto ridículo. Rubalcaba quiere reducirlo aún más. Y la razón es muy sencilla. Los militares conforman una de las instituciones más valoradas por los españoles. Se la están jugando dando la cara y su sangre por todos nosotros, a cambio de un sueldo humilde y un ejemplar desapego a las riquezas materiales. Representan a España con honor, y ese concepto, el de España, molesta sobremanera a las izquierdas, por mucho que algunos disimulen la molestia. Nuestros soldados combaten, son heridos y mueren. Están en una guerra contra los talibanes afganos, lejos de España, olvidados por casi todos, cumpliendo con su deber y recibiendo, sólo de cuando en cuando, una compensación anímica, que nunca material. La compensación de la gratitud. Eso, la gratitud, es lo que hoy pretendo manifestar. Como español, como ciudadano de una nación libre y comprometida contra la ferocidad terrorista. No me confundo. Libramos, con otras Fuerzas internacionales, una guerra contra los talibanes, que es lo mismo que un conflicto bélico, digan lo que digan los chorras salientes.
En una sociedad sacudida por una corrupción insoportable , por la avaricia económica, por la apropiación del dinero de todos, por el robo de nuestros impuestos, por el derroche absurdo de la riqueza pública –Rubalcaba quiere rebajar el presupuesto de nuestras Fuerzas Armadas, ya escuálido–, emociona y alienta la esperanza saber que hay españoles capaces de morir, no sólo por España, sino por todos los sinvergüenzas desagradecidos que los desprecian, los humillan y los vejan. Para ellos no hay dintingos entre unos españoles y otros. Todos lo somos, y todos, por ello, merecemos sus sacrificios.
Infinita gratitud a nuestros militares. Profunda y emocionada.
Para finalizar no podia ser de otra manera que felizmente, pues, tras el ataque sufrido el 7 de marzo, el soldado Castro fue operado el viernes en el hospital Gómez Ulla. Le extrajeron la bala que, tras entrarle por el cuello se le había alojado cerca del riñón izquierdo. Durante todo este tiempo sus compañeros de la Legión no le han dejado ni un momento solo. Incluso se han hecho turnos para estar a su lado y venían de los cuarteles a Madrid acompañarle día y noche. Tras la intervención, ya está en planta, recuperándose. (Escritos Diego Mazón y Alfonso Ussia -La Razon Digital 21 de marzo)
¿Se acuerdan cuando nuestros politicos juraban y decian que nuestros soldados habian ido en mision de paz? que no habia de que preocuparse, pues nuestros soldados estaban a muchos kilometros de la primera linea de fuego. Se pasaron tres horas en el Congreso defendiendo la chorrada. Zapatero y Chacón. Que no, que nuestras tropas no fueron enviadas a la guerra de Afganistán porque en Afganistán no había guerra por ninguna parte. Que a lo sumo, un conflicto bélico.
Y Llamazares asentía desde su escaño, porque su finura semántica coincidía con la de sus primos hermanos del Gobierno socialista. Una cosa es una guerra y otra muy diferente un conflicto bélico, faltaría más. Es decir, que una cosa es fornicar y otra muy distinta, proceder a la fornicación. En el lenguaje buenista la voz guerra está prohibida, y ha sido sustituida por esa figura estúpida del conflicto bélico, que es una manera de gastar más saliva para pronunciar guerra.
Ahora en plena guerra se revelan seis historias de heroísmo desconocidas hasta hoy.
La primera, la del propio soldado Iván Castro. El disparo le alcanzó en los primeros segundos del combate. Cuando su jefe de pelotón acude en su auxilio, el legionario le pide que le deje solo y acuda de nuevo a su puesto. Su jefe de sección le pide que esté tranquilo, que pronto se iría a España a ver nacer a su hija. La respuesta del soldado fue clara: eso no le importaba, quería seguir allí, en su puesto.
El que acude a ayudarle inmediatamente es su jefe de pelotón, el sargento José Moreno Ramos. Tras comprobar que sus hombres responden al fuego enemigo, abandona su pozo entre disparos de los talibanes y corre hasta el soldado, que se encontraba a 40 metros de distancia, procedio a atender las heridas a uno de sus hombres, cortando una abundante hemorragia bajo fuego enemigo, eso fue determinante para salvarle la vida.
El tercer caso destacado es el del cabo primero José Manuel Gómez Santana, jefe del equipo de tiradores de la compañía. El solo suprimió los orígenes de fuego enemigos con su fusil de precisión, designó objetivos al jefe de la sección, corrigió el fuego de los morteros y atendió a su observador cuando quedó cegado por la tierra levantada por el fogonazo del fusil.
El cabo primero José Miguel Gómez Ortega abatió dos objetivos con fuego de mortero, exponiéndose al fuego enemigo para ser más eficaz en sus disparos. Saltó de su posición, avanzando al descubierto para ocupar una mejor posición de tiro con el mortero.
El último recocimiento se hace extensivo a toda la III sección de la Task Force 1ª de la Legión es para el jefe de todos ellos, el teniente Ramón Prieto, que reaccionó de forma ejemplar, dirigiendo el fuego de sus pelotones, distribuyendo los fuegos propios y siempre manteniendo la calma mientras coordinaba la evacuación del herido y realizaba el repliegue de forma ordenada y coordinada.
Este tipo de combates se repiten en Afganistán con más frecuencia de la que se conoce. Estas historias, que han merecido el reconocimiento de sus mandos, son para ellos la demostración más palpable de que el Ejército tiene unos hombres excepcionales. Y una prueba evidente de que nuestros soldados estan en guerra
Las Fuerzas Armadas se mantienen en el más alto nivel de efectividad con un presupuesto ridículo. Rubalcaba quiere reducirlo aún más. Y la razón es muy sencilla. Los militares conforman una de las instituciones más valoradas por los españoles. Se la están jugando dando la cara y su sangre por todos nosotros, a cambio de un sueldo humilde y un ejemplar desapego a las riquezas materiales. Representan a España con honor, y ese concepto, el de España, molesta sobremanera a las izquierdas, por mucho que algunos disimulen la molestia. Nuestros soldados combaten, son heridos y mueren. Están en una guerra contra los talibanes afganos, lejos de España, olvidados por casi todos, cumpliendo con su deber y recibiendo, sólo de cuando en cuando, una compensación anímica, que nunca material. La compensación de la gratitud. Eso, la gratitud, es lo que hoy pretendo manifestar. Como español, como ciudadano de una nación libre y comprometida contra la ferocidad terrorista. No me confundo. Libramos, con otras Fuerzas internacionales, una guerra contra los talibanes, que es lo mismo que un conflicto bélico, digan lo que digan los chorras salientes.
En una sociedad sacudida por una corrupción insoportable , por la avaricia económica, por la apropiación del dinero de todos, por el robo de nuestros impuestos, por el derroche absurdo de la riqueza pública –Rubalcaba quiere rebajar el presupuesto de nuestras Fuerzas Armadas, ya escuálido–, emociona y alienta la esperanza saber que hay españoles capaces de morir, no sólo por España, sino por todos los sinvergüenzas desagradecidos que los desprecian, los humillan y los vejan. Para ellos no hay dintingos entre unos españoles y otros. Todos lo somos, y todos, por ello, merecemos sus sacrificios.
Infinita gratitud a nuestros militares. Profunda y emocionada.
Para finalizar no podia ser de otra manera que felizmente, pues, tras el ataque sufrido el 7 de marzo, el soldado Castro fue operado el viernes en el hospital Gómez Ulla. Le extrajeron la bala que, tras entrarle por el cuello se le había alojado cerca del riñón izquierdo. Durante todo este tiempo sus compañeros de la Legión no le han dejado ni un momento solo. Incluso se han hecho turnos para estar a su lado y venían de los cuarteles a Madrid acompañarle día y noche. Tras la intervención, ya está en planta, recuperándose. (Escritos Diego Mazón y Alfonso Ussia -La Razon Digital 21 de marzo)
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