Leo en el Diario, La nueva España de Asturias una noticia que al principio al leer el encabezamiento me dejo un poco perplejo, fue cuando comencé a desgranar la noticia, cuando me recupere del susto, la noticia tal cual en letras grandes y en negrita decia: UNA JUEZA LOGRA LEGALIZAR SU SITUACION COMO PROSTITUTA,automaticamente me dije caramba pues si que estamos mal, yo siempre pensé que los jueces ganaban buen sueldo, pero como digo al leer la letra pequeña todo fue volviendo a la normalidad. Parece ser que una magistrada de lo social de Lanzarote, demostró que haciéndose pasar por prostituta consiguió legalizar su situación, es decir, logro darse de alta como autónoma y cotizar a la seguridad social, ejerciendo un oficio que no se sabe a ciencia cierta si es legal o ilegal, pero que en muchos aspectos es alegal cuando menos y permanece en el limbo administrativo. Ella misma nos cuenta los pasos que dio:
Su primer movimiento administrativo fue ir a la Delegación de Hacienda para pedir el alta en el Impuesto de Actividades Económicas.Tuve que decirle dos veces a la funcionaria cuál era mi supuesta profesión porque, al principio, se quedó descolocada. Luego buscó a su superior, quien me dijo en qué casilla del listado de actividades económicas debía inscribirme para darme de alta como trabajadora sexual, explicó la magistrada.
Con el papel de Hacienda en la mano, faltaba un segundo y muy importante requisito: la Seguridad Social. La jueza se dirigió a la Tesorería. Nunca se nos ha planteado nada así, le reconoció el funcionario que le tocó en suerte. El caso se fue, como no podía ser menos, a los despachos de los superiores, que no tuvieron inconveniente en darle de alta. Si Hacienda lo quiere... Profesión: trabajadora del sexo.
La magistrada lo tiene claro: Lo que hice demuestra que el proceso para legalizar la prostitución existe. Desde la experiencia con la burocracia, esta jurista de 33 años cree que las prostitutas tienen que declararse autónomas para que el dinero que mueve esta profesión deje de formar parte de la economía sumergida. En resumidas cuentas, que las prostitutas tengan su cobertura sanitaria oficial y que coticen al Fisco por su actividad.
El procedimiento administrativo seguido por la jueza fue relativamente sencillo, dos visitas a oficinas, mucha extrañeza entre el personal que la atendió, pero dos papeles conseguidos sin mayores problemas.
Hasta aqui la noticia pero ahora se abren un monton de incógnitas en referencia a la prostitucion a los que la ejercen y los que la consumen. si reconocemos que la prostitución es una profesión, entonces estamos obligados a reconocer que todo lo que se mueve a su alrededor también es legal: alquiler de pisos, contrato de trabajo (certifico que yo, señor equis, propietario del club equis, contrato a la señora tal como prostituta en mi establecimiento...). Desde el mismo momento que reconozcamos que la prostitución es una profesión legal estaremos reconociendo una serie de profesiones alrededor de ella condenada en la Conferencia de 1949 que dice que no se puede castigar a una persona por ejercer la prostitución porque es una víctima pero, sí debemos castigar y controlar todo lo que viene de la prostitución.
Entonces estas mujeres una vez legalizadas, tendran que tener unos lugares donde trabajar, pues si van o pueden ser trabajadoras autónomas del sexo, podran ejercer en su propia residencia habitual con el pertinente cartel colgado en su puerta, o tendran que tener un lugar apropiado para tal menester, digo yo que tendran que dar factura especificando el trabajo realizado, y que estarán por módulos, sera lo mejor para ellas, y ellos.
Hay tambien que diferenciar las clases de prostitutas pues las mas conocidas son las que vemos en las esquinas de las calles y en las carreteras, esas son a las que la sociedad repudia, la misma sociedad que la consume, porque cabe recordar que no habría prostitutas si no hubiera clientes.
Tenemos tambien a las prostitutas de lujo que reciben en sus pisos estupendos y que pasan desapercibidas en las comunidades de vecinos, pero que en definitiva tambien son "putas"y sus clientes, son generalmente banqueros, empresarios de gran poder adquisitivo y politicos, tambien de todas las ideas que pagan grandes sumas de dinero por compañía, acordemonos del ultimo caso sabido del Sr Casimiro Curbelo ¿se acuerdan?, si hombre, el Senador Socialista y Presidente del Cabildo Insular de la Gomera,al que Alfonso Ussia en un escrito narra, la experiencia de este Senador en un "puticlub "Madrileño, no tiene desperdicio. Un saludo.
Dice don Casimiro que dimite de su escaño senatorial porque quiere demostrar su inocencia sin el privilegio que supone ser aforado. Vale. Pero no es así. Dimite porque no tiene otra salida, y lo hace tarde y con deshonor. Curbelo tendría que haber enviado su carta de dimisión desde la comisaría, inmediatamente después de ser detenido por su falta de urbanidad, su falta de educación, su falta de ética y su falta de estética. El niño, según el atestado policial, se cachondeó de un policía municipal de aspecto magrebí que «hablaba gangoso y era un maldito moro». La educación recibida.
No hay ñoñería en mi escrito. Curbelo está en su derecho a buscar el amor como mejor le plazca. Bueno, lo del amor es una fantasía. A buscar el placer y el desahogo capitalino en el local que elija y más le satisfaga. Pero respetando a las profesionales que allí trabajan –un trabajo infinitamente más duro que el del senador–, y manteniendo la dignidad que su situación pública le exige.
La cadena de improperios, insultos, descalificaciones y faltas al respeto recogidos en el atestado policial dice mucho de la ínfima calidad del senador. Llevar a su hijo de putilinguis, lo dice todo. En la vida de todo ser humano hay esquinas escondidas y aristas desagradables. Cuando se mete la pata de manera tan soez y rotunda, no queda otra amnistía que la humildad de la aceptación. «Señores, me he equivocado gravemente, he actuado con indignidad y me voy a mi casa. Espero que me perdonen mis electores». Esta reacción podría haber amortiguado los desprecios. Pero no supo instalarse en la sensatez. Se cubrió con la armadura de los prepotentes y los poderosos que no han asumido el poder. Amenazó a los agentes del orden después de insultarlos con una zafiedad insuperable. Y se fue con el hijo de la mano a la comisaría a seguir con sus mandangas.
Estéticamente, es mucho más placentera la compañía de un padre y de un hijo en una comisaría que en un bar dedicado al más viejo menester de la humanidad. Ahí sobrevuela una inmundicia social de difícil superación.
No es, por lo tanto, ni Torrente ni nada que se le parezca. Torrente es una genialidad que ha salvado los números del cine español. La Ceja abomina de Santiago Segura porque les ha dado una lección de talento, eso que tan angustiosamente falla en nuestra industria subvencionada por todos. Torrente desarrolla un humor desbordado y desbordante, sucio y sutil al mismo tiempo.
Don Casimiro tiene de Torrente sólo lo peor, lo superficial. Eso, la grosería supina. No ha estado a la altura y lo han echado. El gesto de dimitir se lo debe a otros. Y lo del hijo...¡cáscaras
Su primer movimiento administrativo fue ir a la Delegación de Hacienda para pedir el alta en el Impuesto de Actividades Económicas.Tuve que decirle dos veces a la funcionaria cuál era mi supuesta profesión porque, al principio, se quedó descolocada. Luego buscó a su superior, quien me dijo en qué casilla del listado de actividades económicas debía inscribirme para darme de alta como trabajadora sexual, explicó la magistrada.
Con el papel de Hacienda en la mano, faltaba un segundo y muy importante requisito: la Seguridad Social. La jueza se dirigió a la Tesorería. Nunca se nos ha planteado nada así, le reconoció el funcionario que le tocó en suerte. El caso se fue, como no podía ser menos, a los despachos de los superiores, que no tuvieron inconveniente en darle de alta. Si Hacienda lo quiere... Profesión: trabajadora del sexo.
La magistrada lo tiene claro: Lo que hice demuestra que el proceso para legalizar la prostitución existe. Desde la experiencia con la burocracia, esta jurista de 33 años cree que las prostitutas tienen que declararse autónomas para que el dinero que mueve esta profesión deje de formar parte de la economía sumergida. En resumidas cuentas, que las prostitutas tengan su cobertura sanitaria oficial y que coticen al Fisco por su actividad.
El procedimiento administrativo seguido por la jueza fue relativamente sencillo, dos visitas a oficinas, mucha extrañeza entre el personal que la atendió, pero dos papeles conseguidos sin mayores problemas.
Hasta aqui la noticia pero ahora se abren un monton de incógnitas en referencia a la prostitucion a los que la ejercen y los que la consumen. si reconocemos que la prostitución es una profesión, entonces estamos obligados a reconocer que todo lo que se mueve a su alrededor también es legal: alquiler de pisos, contrato de trabajo (certifico que yo, señor equis, propietario del club equis, contrato a la señora tal como prostituta en mi establecimiento...). Desde el mismo momento que reconozcamos que la prostitución es una profesión legal estaremos reconociendo una serie de profesiones alrededor de ella condenada en la Conferencia de 1949 que dice que no se puede castigar a una persona por ejercer la prostitución porque es una víctima pero, sí debemos castigar y controlar todo lo que viene de la prostitución.
Entonces estas mujeres una vez legalizadas, tendran que tener unos lugares donde trabajar, pues si van o pueden ser trabajadoras autónomas del sexo, podran ejercer en su propia residencia habitual con el pertinente cartel colgado en su puerta, o tendran que tener un lugar apropiado para tal menester, digo yo que tendran que dar factura especificando el trabajo realizado, y que estarán por módulos, sera lo mejor para ellas, y ellos.
Hay tambien que diferenciar las clases de prostitutas pues las mas conocidas son las que vemos en las esquinas de las calles y en las carreteras, esas son a las que la sociedad repudia, la misma sociedad que la consume, porque cabe recordar que no habría prostitutas si no hubiera clientes.
Tenemos tambien a las prostitutas de lujo que reciben en sus pisos estupendos y que pasan desapercibidas en las comunidades de vecinos, pero que en definitiva tambien son "putas"y sus clientes, son generalmente banqueros, empresarios de gran poder adquisitivo y politicos, tambien de todas las ideas que pagan grandes sumas de dinero por compañía, acordemonos del ultimo caso sabido del Sr Casimiro Curbelo ¿se acuerdan?, si hombre, el Senador Socialista y Presidente del Cabildo Insular de la Gomera,al que Alfonso Ussia en un escrito narra, la experiencia de este Senador en un "puticlub "Madrileño, no tiene desperdicio. Un saludo.
No acaba de convencerme el apodo de «Senador Torrente» al intolerable Casimiro Curbelo. Torrente es un tipo, y al cabo del tiempo, un mito. Es consecuencia del talento y sus películas podrán gustar o no, pero están perfectamente realizadas. Además, por tener todos un poco de Torrente, el policía de Santiago Segura cae bien a la mayoría. Y este Camisiro es inaceptable. Mi enhorabuena de verdad a Elena Valenciano que ha asumido el despropósito con una contundencia y valentía dignas del reconocimiento público.
Con independencia de las groserías que dedicó este senador desnortado a los agentes del orden, lo más abyecto de su actitud es la compañía filial en la práctica del puterío. Es cierto que Torrente y su padre, interpretado por el gran Toni Leblanc, comparten las mismas inclinaciones golfas, pero lo hacen con la gracia especial de los imposibles. Con los hijos se puede ir a todas partes, menos de puticlús. Dice don Casimiro que dimite de su escaño senatorial porque quiere demostrar su inocencia sin el privilegio que supone ser aforado. Vale. Pero no es así. Dimite porque no tiene otra salida, y lo hace tarde y con deshonor. Curbelo tendría que haber enviado su carta de dimisión desde la comisaría, inmediatamente después de ser detenido por su falta de urbanidad, su falta de educación, su falta de ética y su falta de estética. El niño, según el atestado policial, se cachondeó de un policía municipal de aspecto magrebí que «hablaba gangoso y era un maldito moro». La educación recibida.
No hay ñoñería en mi escrito. Curbelo está en su derecho a buscar el amor como mejor le plazca. Bueno, lo del amor es una fantasía. A buscar el placer y el desahogo capitalino en el local que elija y más le satisfaga. Pero respetando a las profesionales que allí trabajan –un trabajo infinitamente más duro que el del senador–, y manteniendo la dignidad que su situación pública le exige.
La cadena de improperios, insultos, descalificaciones y faltas al respeto recogidos en el atestado policial dice mucho de la ínfima calidad del senador. Llevar a su hijo de putilinguis, lo dice todo. En la vida de todo ser humano hay esquinas escondidas y aristas desagradables. Cuando se mete la pata de manera tan soez y rotunda, no queda otra amnistía que la humildad de la aceptación. «Señores, me he equivocado gravemente, he actuado con indignidad y me voy a mi casa. Espero que me perdonen mis electores». Esta reacción podría haber amortiguado los desprecios. Pero no supo instalarse en la sensatez. Se cubrió con la armadura de los prepotentes y los poderosos que no han asumido el poder. Amenazó a los agentes del orden después de insultarlos con una zafiedad insuperable. Y se fue con el hijo de la mano a la comisaría a seguir con sus mandangas.
Estéticamente, es mucho más placentera la compañía de un padre y de un hijo en una comisaría que en un bar dedicado al más viejo menester de la humanidad. Ahí sobrevuela una inmundicia social de difícil superación.
No es, por lo tanto, ni Torrente ni nada que se le parezca. Torrente es una genialidad que ha salvado los números del cine español. La Ceja abomina de Santiago Segura porque les ha dado una lección de talento, eso que tan angustiosamente falla en nuestra industria subvencionada por todos. Torrente desarrolla un humor desbordado y desbordante, sucio y sutil al mismo tiempo.
Don Casimiro tiene de Torrente sólo lo peor, lo superficial. Eso, la grosería supina. No ha estado a la altura y lo han echado. El gesto de dimitir se lo debe a otros. Y lo del hijo...¡cáscaras
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