miércoles, 7 de marzo de 2012

Elecciones Andaluzas, la gran mentira socialista

En breve serán las esperadas elecciones andaluzas, el ultimo bastión socialista esta a punto de claudicar, y no es porque se le haya sometido a sitio como en la edad media, sino que  caera por la ineptitud y por el abuso  exhaustivo que ha cometido el partido socialista en toda la comunidad andaluza, esta comunidad  es el referente a lo que se puede considerar el alma mater del socialismo, el ejemplo de como se maneja una comunidad en la que llevan años exprimiendo y extorsionando, en la que hay mas jefes que indios, aquella en la que toda la comunidad trabaja y aporta su sudor para mantener toda un a pléyade de mangantes y vividores que no dan un palo al agua.
Ahora cuando ven perder su feudo es cuando vuelven a repetir su canto  como las sirenas para engañar, dividir y volver a hacerse con el poder y poder seguir viviendo a costa del pueblo, predicando austeridad cuando ellos malgastan y dilapidan el dinero de los trabajadores, con mentira tras mentira se han ido forjando los pilares de la izquierda española, desde tiempos inmemorables han estado mintiendo y manipulando los sentimientos del pueblo mas desfavorecido, ahora en plenas elecciones rescatan pasajes e historias acontecidas hace muchos años y que ni siquiera son verdad son otra manipulación para crear la cortina de humo necesaria y poder alcanzar sus objetivos que no son otros que seguir chupando como chinches del pueblo llano y trabajador y condenar a la comunidad andaluza a otros treinta años de retraso y desempleo.

Quiero reproducir una carta de Armando Robles publicada en alerta digital que nos habla de la gran mentira de la izquierda Española y de como camaleonicamente se disfrazan para mentir, variar, confundir y distorsionar la historia, para únicamente conseguir sus objetivos, que no son otros que el poder y el enriquecimiento personal de sus dirigentes.
La carta lleva por titulo:                             
                                                                 GARCIA LORCA EN CAMPAÑA
Mucho tiempo lleva la izquierda denunciando supuestos mitos históricos sin que nadie le responda. Se valen del analfabetismo crónico de sus votantes y del engaño a esos millones de españoles a los que se le ofrece una perspectiva trucada de la guerra civil. La adulteración de la historia de España más reciente ha sido uno de los hechos más escandalosos de esta democracia. Baste recordar que Enrique Lister, a su regreso a España, fue presentado como un general del Ejército Popular, paradigma de todas las virtudes castrenses. Y La Pasionaria, a través de una curiosísima biografía, resultó haber sido una dama de intachable conducta familiar, víctima de la tiranía franquista, entregada con afán y sacrificio, a lo largo de su triste exilio, al mejor servicio al pueblo español. No se diga la imagen singularmente atractiva fabricada para Santiago Carrillo. Para evitar imputaciones de enemistad ideológica, habrá que recomendar al menos la lectura de libros tan aleccionadores como los de Jesús Hernández y Jorge Semprún, que fueron compañeros de aquellos en el Comité Central del Partido Comunista y que nos devuelven la realidad de sus siniestras vidas.
Pero el falseamiento de la historia de la guerra civil no se detiene en barras. Un socialista granadino acaba de pedir el voto a sus paisanos recordándoles de paso que la derecha “asesinó” a Federico García Lorca. Otro ejemplo más de la eficacia de los servicios de manipulación histórica de los antes llamados rojos, materia en la que siempre rayaron a una altura infinitamente superior que la derecha. ¿O alguien se imagina a Esperanza Aguirre recordándole a los madrileños que la izquierda asesinó al dramaturgo Pedro Muñoz Seca, siendo éste un hecho incontrovertible? Por culpa de esos complejos y esas reiteradas concesiones, muchos españoles están convencidos de que las cosas sucedieron tal y como las cuenta la izquierda. Y no es así.
Como todos los asesinatos, el de García Lorca fue una total monstruosidad sin posible justificación. Desde un principio hasta nuestros días se presentó como un crimen del Estado franquista, lo cual no es cierto. Primero, porque cuando se produjo, no existía Estado ni siquiera Gobierno en la zona nacional. Históricamente ya no es ni discutible que aquella vileza fue obra de un pequeño grupo de incontrolados, tolerada por la incompetencia del gobernador civil de Granada, en circunstancias de total aislamiento con los mandos franquistas.
No trato de disminuir ni, menos aún, de justificar el horrible asesinato. Pienso, únicamente, en los inacabables alegatos que hemos leído últimamente para dejar a Santiago Carrillo al margen del holocausto masivo de millares de españoles en Paracuellos del Jarama. Y eso que las circunstancias eran muy distintas. Carrillo ejercía la máxima autoridad en materia de Orden Público en el Madrid sitiado, que se regía por una Junta de Defensa, en contacto inmediato con el Gobierno, huido a Valencia. Tampoco fue un fusilamiento aislado, sino multitudinario. Y, sin embargo, los mismos que responsabilizan de él a grupos incontrolados, cargan la culpa del crimen de Víznar al régimen de Franco, que entonces no existía.
Pero hay algo más grave en este hecho: la capitalización por la izquierda de la figura de García Lorca. Cuando quienes le conocieron y gozaron de amistad y frecuente relación sabían de sobra que Federico era ajeno a la política; que incluso había hecho constatar más de una vez su irritación por ser usado con fines publicitarios; que, sintiéndose plenamente identificado con el pueblo que, en Andalucía sufría toda clase de abandonos, jamás hizo de ello bandera en favor de ningún partido.
Federico García Lorca pertenecía a la clase media acomodada y sus hábitos eran burgueses, en el mejor sentido del concepto. Y de su total independencia ideológica da fe su estrecha amistad con la familia de los Rosales (todos ellos falangistas) y con el mismísimo José Antonio Primo de Rivera, a quien incluso hizo un donativo en metálico para las necesidades de La Falange.
Nada de todo esto se ha contado, como tampoco se ha hecho el estudio, concienzudo y serio, que la obra poética de Lorca se merece. Embarcados en su utilización con fines meramente propagandísticos, quienes se llaman sus devotos admiradores, sus fieles y desconsolados seguidores, no han sentido la necesidad de ofrecer a las generaciones posteriores el análisis a fondo de la admirable labor de Federico, poeta, creador de un populismo lírico bellísimo y singular.
Millones de páginas se han escrito sobre él, en todos los idiomas, pero está por hacer el recuento y la glosa exhaustiva de sus méritos literarios. Curiosamente, la única cátedra humanística “García Lorca” que funciona en el mundo fue creada en la Universidad de San Marcos, en Lima, siendo ministro franquista de Educación Julio Rodríguez, y por éste. Todo ello acredita que la figura de Lorca se ha capitalizado y se sigue capitalizando por motivos muy concretos, ajenos a su valía como escritor. Algo que por venir de esta izquierda marrullera y fétida no debería sorprendernos lo más mínimo.   

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